domingo, 9 de marzo de 2014

Dos grandes instituciones: el Estado y la Religión

En muchas ocasiones, algunos de mis profesores, me han insistido en que no fuera tan crítica y subjetiva con la Iglesia (en general con todas las religiones). Sin embargo, no es que no crea en “Dios”, creo en algo; es decir, creo en que “algo” tiene que existir después de la muerte. Mi negativa hacia esta institución recae en los supuestos representante de Dios en la Tierra.

Es cierto que, desde siempre, la Iglesia ha ayudado en gran medida a los menos afortunados proporcionándoles un hogar, comida, ropa… pero ¿a cambio de qué? Detrás de toda esa “bondad” se esconde una gran nube negra que delimita nuestra mirada.

Otra de las cuestiones que entorpece a la educación es la visión que tiene la Iglesia con respecto las labores que deben de realizar hombres y mujeres. Para ella, los hombres son el sustentador de la familia y la mujer la que mantiene unida a la familia. Pero de ser así ¿cuándo podrá la mujer independizarse? Es cierto que la Iglesia no se opone a la educación del género femenino pero al tener esta visión domestica con respecto a ellas, les obliga a tomar este único camino.
               
Por otra parte el Estado, al declararse católico, desde hace años ha imperado esta conducta en el país. Sin embargo, y gracias a continuas luchas de muchas feministas, hemos ido evolucionando a un mundo un poco más igualitario. Aunque, en mi opinión, todavía queda muchos años de lucha contra este pensamiento tan arcaico.


A través de una educación igualitaria se podrá llegar a un mundo más justo e imparcial para todos. Sin diferencias de raza, sexo, edad, etnia… todos somos iguales y por lo cual todos tenemos que ser tratados con igualdad. Termino esta entrada con una frase que la resume muy bien:

Cita de Miguel Rojas Sánchez



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